Aunque en esta vida no tengo riquezas,
se que allá en la gloria tengo mi mansión.
Alma tan perdida entre las pobrezas
de mí, Jesucristo, tuvo compasión.
Más allá del sol, más allá del sol,
yo tengo un hogar, hogar, bello hogar
más allá del sol.
Cuando mi madre quedó huérfana era muy jovencita. Supongo que ese fue el primer gran dolor que sufrieron ella y mi tío Toño su hermano un poquito mayor, y pues claro, todos mis otros tíos: Rosa, Pancho, Mario y Chacho. (Pancho y Chacho eran de los que andaban en la cabalgata de Parral, no se porque nunca les dije “tios”, siempre le he hablado de tu)
Entre mis tíos “muy machos” resalta la sensibilidad de mi tío Toño, tal vez por haber quedado viudo cuando Laura apenas estaría aprendiendo a leer, Nancy y Rosita jugaban y Mayra era una bebé de meses, ellas sos mis primas... sus hijas.
Siempre sonriendo aunque la vida lo tratara mal. Aunque el alcohol lo dejara sin orgullo y sin dinero y con vergüenza para acercarse mas a sus hijas, que crecieron al lado de sus tías, hermanas de su mamá.
Creo que algunos de sus errores hicieron que no estuviera al lado de sus hijas siempre, afortunadamente ellas cuando maduraron se acercaron a él y él ya no era cliente de las cantinas ni de los expendios de alcohol.
Hace poco le pregunté:
-Oye Toño, ¿dejaste de pistiar porque te enfermaste o que onda?
-No, nomás un día ya no quise volver a tomar.
Me respondió así tan como si nada, mientras me presumía su colección de botellas de bodas y quinceañeras como nuevas y completamente llenas, botellas que nunca se abrieron y él guardó en su casa como recuerdo de algún evento importante, como la botella de “jimador” que le dimos en nuestra boda.
Hablando de bodas, hace poco mas de doce años volvió a casarse. No nos costó trabajo llamar “tía” a mi tía “Chita”, ella siempre tan seria y tranquila, pero que se reía de las graciosadas que cada rato decía Toño.
El Domingo no intenté siquiera detener mis lagrimas cuando la vi tan frágil y desconsolada en esa capillita de la funeraria San Marcos, allí donde mi tío el que siempre había sido tan bromista estaba tan tranquilo y era visitado por tanta gente que acudió a despedirse de él.
De mi tío Toño solo puedo hablar cosas buenas, era el mas parecido a mi abuelo fisicamente, su alma dulce y tierna, una manera pausada y tranquila para hablar pero sin dejar de sonreír, un corazón humilde y con mucho amor, ese corazón lo entregó y lo usó tanto para amar que hace algunos años empezó a fallarle, lo operaron y quedó bien, pero bien a medias, a veces tenía problemas de nuevo.
Antes de la última caminata que tuvimos a su lado en procesión rumbo al panteón, en la funeraria nos permitieron un momento a solas con él y abrieron el féretro, con lágrimas nos despedimos sus hijas, hermanos, sobrinos y su esposa... mi tía Chita que no podía dejar de llorar. Le pusieron una medalla y con ella lo enterramos, una medalla que indicaba que él pertenecía al grupo de adoradores nocturnos. En la noche, cuando tantas personas cometían atrocidades y pecados, él se encontraba orando, pidiendo por todos aquellos que necesitaban acercarse a Dios, buscando salvación para personas que no la estaban pidiendo.
El domingo que yo llegé y me asomé a ver su cuerpo, su alma ya iba camino al hogar ese que tiene mas allá del sol, algún día iré de nuevo a visitarlo a ese su nuevo hogar… a ver con que nueva ocurrencia me recibe.