Sobre la discada:
Los arados y las rastras que se usan en la agricultura, esos que se colocan detrás de un tractor que los va jalando, tienen unos discos metálicos cóncavos, son esos discos los que hacen contacto con la tierra y la remueven. El caso es que esos discos con el uso, como es de esperarse, van sufriendo desgaste y hay que cambiarlos. Alguna vez a alguien se le ocurrió hacer una fogata, poner tres piedras a los lados y encima uno de esos discos de deshecho, el resultado: un buen comal.
Ahora, no hay una receta oficial para la tradicional discada, pero hay una serie de ingredientes que son los más comúnmente usados: carne (picada o molida), chorizo, tocino, salchicha, papas, chile, tomate y cebolla, sal y condimentos al gusto.
No creo necesario dar las instrucciones para cocinar todo esto y tampoco aclarar que sobre el disco se puede guisar lo que al hambriento cocinero se le ocurra: Pescado, huevos revueltos, chiles rellenos, buñuelos, frijoles refritos, papas a la mexicana y un sin fin de etcéteras.
Una vez resuelta la duda a Yanett y continúo con el relato de mi ultima ida a la sierra.
Las primeras horas y la primera noche en la sierra.
Disfrutamos una sabrosa discada con bastantes papas, en una fogata alguien preparó sopa, tambien asaron chiles con los que se prepararon burritos de chile con queso. Con el hambre que yo traía todo me supo glorioso, pero creo que si estaba muy rico, además acompañamos todo eso con unas refrescantes coronitas.
Después de comer terminamos de instalarnos en las tres cabañitas que rentamos para esa noche, las mujeres y las niñas dormirían en las cabañas y los hombres nos repartiríamos entre unas tiendas de campaña y los vehículos que llevábamos. Había otra cabaña grandota donde cabíamos todos, pero ya estaba rentada y tuvimos que conformarnos con rentar tres pequeñas, no importa eso, ya estábamos donde queríamos, yo ya había comido y como había que bajar un poco la panza, invité a Dama y a Vany (una de sus primas) caminar por los alrededores. Subimos el cerro que estaba a espaldas de las cabañas. Ya cuando estábamos por llegar a la cima, vimos que los demás habían decidido seguirnos: El profe, su esposa, su sobrina y su perro, mi cuñadita y su novio, una tía y otros dos primos de Dama, en total éramos once caminando entre vereditas sin conocer pero con una idea de cómo se le hacía para llegar al lago, mi suegro, mi suegra, una de mis comadres (que no es la bombón) y tres niños se habían quedado en las cabañas.
Uno de mis zapatos traía la cinta desabrochada, así que me detuve un ratito, Dama aprovechó para sentarse a descansar y en un momento ya se nos habían perdido los demás. Solo estuvimos allí poquito y luego seguimos caminando por la veredita, caminamos y caminamos y no había rastros de los demás, les gritábamos pero el viento era fuerte y el murmullo de miles de pinos apagaba nuestros gritos, el caso es que llegamos a un lugar donde el camino se dividía en tres y ya no supimos para donde seguir. En aproximadamente una hora empezaría a oscurecer y decidimos ya no arriesgarnos a perdernos entre el bosque, así que solitos empezamos el camino de regreso el cual yo tenía bien ubicado.
Caminamos de la mano y despacito, hablábamos poco y el alma se alimentaba del silencio, del ambiente, del paisaje, del silencio y de los susurros de los pinos. Nos sentamos un rato a admirar el ecosistema que nos rodeaba, tanta naturaleza, tanta vida, tan hermoso lugar y tan poco tocado por la mano del hombre. Se respiraba mucha tranquilidad y soledad y de pronto caímos a la cuenta… “soledad”, nadie por aquí, nadie caminando cerca, nadie alrededor, solos en el paraíso, recordando aquel viaje que hizo que nuestras vidas se unieran para siempre y el resto fue inevitable. Nos escondimos un poquito, aflojamos un poco nuestras ropas y sin desnudarnos por completo, las caricias, besos y las emociones se alocaron y nos alocaron y los instintos acompañados del amor hicieron el resto. Fue algo rapidito pero emocionante, intenso y hermoso.
Después continuamos con el camino de regreso. Llegamos a las cabañas y les dijimos a los que allí estaban que los demás habían seguido buscado el lago. Un rato antes de que empezara a oscurecer llegaron todos los demás muy contentos y emocionados, habían caminado bastante pero llegaron al lago, se divirtieron y se tomaron fotos, intentaban hacernos sentir que ellos habían sido mas afortunados por llegar al destino deseado, pero nosotros habíamos tenido un recorrido mucho mejor, cosa que preferimos no aclararles.
Jugamos fut con un balón viejito que llevamos, yo me caí intentando agarrar el balón en el aire y darle tal patada que si estuviera en los “súper campeones” hubiera llegado el balón hasta Creel, pero un banco de grava me hizo derrapar y caí ante la mirada de todos que estallaron a carcajadas al grado de detener el partido porque hasta les dolía la panza de tanto reír, yo me hubiera reído con ellos, pero estaba sofocado y no podía agarrar aire pero estaba muy divertido y contento aunque estuviera en el suelo y no pudiera levantarme.
En la noche hicimos una fogata, pusimos música y como si estuviéramos en un rito tribal bailamos alrededor del fuego. Nos divertimos con cosas muy simples, cenamos lonches de jamón y seguimos con los rituales junto al fuego al ritmo de cumbias y música moderna. Tuvimos luz eléctrica en las cabañas de ocho a onche de la noche y nos iluminamos mas tarde con linternas.
Mas tarde nos distribuimos para dormir, Dama y yo nos instalamos en la Windstar a la cual se le quitaron los asientos traseros para que fuera mas cómoda y nos abrigamos con varias cobijas. Pero la noche estuvo muy fría, las cobijas fueron insuficientes y no nos atrevimos a seguir con lo que había ocurrido en el bosque unas horas antes, resultaba difícil pensar en quitarse un poco de ropa o desabrigarse, en toda la noche no pudimos calentarnos los pies y deseábamos que pronto amaneciera para tomar sol un rato.
Por fin amaneció, encendimos lumbre, pusimos agua para el café y mientras algunos seguían dormidos, otros estaban como pollos entumidos tomando sol y los mas activos preparaban lo del desayuno, yo me metí a una de las cabañas y me bañe con agua calientita. Después de almorzar nos trepamos varios en la lobo y nos fuimos por un camino relativamente parejito rumbo al lago. Caminamos y disfrutamos del lugar, subimos cerros y exploramos los alrededores.
Luego regresamos a las cabañas donde el resto nos esperaba para irnos a la cascada de Cusarare, pensábamos irnos todos en la lobo pero decidirnos mejor irnos tambien algunos en la Windstar y dejar el toyotita descansando. Un poco antes de irnos nos dijeron que la cabaña grande ya estaba desocupada aprovechamos y nos cambiamos todos para allá.
Esa otra cabaña tenía muchas literas en una habitación y tres camas en otra, un baño y una cocina semiequipada, allí cupimos todos y una vez que elegimos cama e instalamos nuestras cosas, nos fuimos de paseo a Cusarare. En una parte del camino nos dividimos, en la lobo llevarían a algunos por un lado para caminar y el resto nos iríamos por otro camino cómodamente en la Windstar, quedamos de vernos en ese lugar en lo que regresábamos a las cabañas porque olvidamos la cámara de video y cuando regresamos nos encontramos allí al “profe”…
-Oigan… nos ponchamos y no traemos gato, yo los llevo al lugar donde nos quedamos.
Hay vamos a donde estaba la “lobo”, una llanta totalmente reventada y otra muy baja, entre todos la cambiamos y como el viento se puso muy feo y la otra llanta no era muy confiable, mejor nos regresamos a Creel a una desponchadora. Compramos algunas cosas para la comida y nos regresamos a las cabañas todos para preparar una discada con tierrita (patrocinada por el aironazo que se soltó).
Después de la comida volvimos a Creel pues el toyotita tambien traía una llanta baja y mientras un grupo se fue a pasear por el valle de los hongos y por valle de los monjes, nosotros fuimos a la desponchadora, a dar una vuelta por el pueblo y compramos pan para la cena.
Cuando regresaron los que andaban conociendo los “valles” ya teníamos una fogata y agua caliente para el café, estaba anocheciendo y el ambiente se ponía frío. Con un radio de largo alcance buscamos alguna estación de radio o “el canal de las estrellas” para aunque sea escuchar la novela de “la gaviota” pero solo pudimos sintonizar el programa de “la mano peluda” o alguno similar pero como se escuchaba medio mal nos pusimos a contar nuestras propias experiencias con lo sobrenatural, apagaron las luces a las once y nosotros seguimos con nuestros relatos hasta que el sueño nos venció y a pesar de haber sentido miedito con las historias en aquel lejano lugar apartado de la ciudad, no tardamos en dormirnos… estábamos muy cansados.
El tercer día nos bañamos en una cabaña grandota donde había muchas regaderas pero con agua calientita, cosa que era de agradecerse pues esa noche “heló”, amaneció el césped, algunas piedras y los techos de los vehículos cubiertos de hielo, desayunamos huevos revueltos y pan dulce, nos divertimos un rato y empacamos las cosas volver hacia Delicias.
Del regreso no tengo mucho que contar, fue tan largo y tedioso como la ida, nos detuvimos varias veces pero ya no me desesperé. Iba muy satisfecho por la estancia en la sierra aunque el viento y las llantas no nos permitieron disfrutar todo lo que hubiéramos deseado… pero ya estamos pensando regresar en Julio.