En el centro de la ciudad hay pocos restaurantes que de verdad valgan la pena… digo, a mi no me tocó ninguno pero prefiero pensar que fue mala suerte.
Los hoteles del centro tampoco son muy buenos que digamos, se encuentran en el meritito centro pero no están tan cómodos ni bonitos.
El centro está sucio y descuidado. En la noche se ve basura al borde de las banquetas, y por cierto, las banquetas dejan mucho que desear, tienen muchos desniveles, registros del agua abiertos, escalones repentinos, o agujeros tipo bache. Rete feo sentí cuando una viejita que iba en la acera de enfrente tropezó con un desnivel y hasta el suelo fue a dar.
Ir allá me sirvió para darme cuenta que ese lugar me gusta no porque sea realmente bonito, sino porque simplemente me gusta. Me faltó caminar por la independencia y por la calle del rayo, me faltó ir a “mi” secundaria, la callejoneada por el topochico y subir el cerro de la antena. Pero manque no me haya gustado, voy a volver porque se que volveré y cuando haga todas las cosas que me faltaron entonces me faltarán otras, y tendré nuevos pretextos para volver.
Después de la cabalgata, de las gorditas, de unas compras en el centro y de ir a dar una vuelta por Santa Bárbara, comenzamos el regreso a Delicias. Ese regreso incluyó una buena comida, sustanciosa, rica y bien servida en un restaurante en el Valle de Zaragoza. Llegamos a Delicias poco antes del atardecer y resultó que en casa de mi suegra había visitas… Llegó uno de sus medios hermanos… o mas bien ha de ser como hermano y medio porque está altísimo. Neno es como le dicen a ese hermano de mi suegra, el vive en un pueblito cerca de Amarillo, Tx. Había andado en Durango junto con su familia visitando parientes de sus esposa y de regreso decidieron llegar unos días a Delicias a ver a mi suegra. Presurosos fuimos a “las mil batallas” y cambiamos unas botellas de cerveza vacías por otras llenas y entre chascarrillos y como que no quiere la cosa, hicimos planes para salir a otro recorrido:
Mi suegra tiene un hermano en un pueblito cercano a Monclova, Neno quería ir a conocer ese pueblito donde vive uno de sus medios hermanos y nos ofrecimos a llevarlo. Así que hicimos las maletas de nuevo, se prepararon burritos para el camino y al día siguiente por la mañana ya íbamos camino a Monclova.
Dama, la ahijada y yo salimos unas horas antes pues llegaríamos a visitar a un tío mío en Jiménez, mis suegros, mi cuñada “la bombón” y mi “ahijado” irían en el Tiida y el tío Neno y su familia en su auto y ellos nos llamarían al llegar a Jiménez para seguir rumbo a Torreón juntos, de allí tomamos la carretera a San Pedro y luego rumbo a Cuatro Ciénegas, esa carretera es medio peligrosa pero es un paisaje bonito, desértico pero bonito (esa foto la tomamos junto a un puestesito perdido entre la nada).
Llegamos a San Buena Ventura, nuestro nuevo destino, cansados pero contentos, alegres por ir a visitarlos y alegres por el recibimiento que tuvimos. Yo me sentía mareado y con un poco de agruras pero le entré con ganas a las tortillas de harina recién hechas y a las cervecitas para el desempance y los niños felices mirando los caballos y los chivos.