El plan era quedarnos en casa, pero, le llamó a una de sus tías que aquí viven y momentos mas tarde ya íbamos rumbo a visitarla, Dama llevaba un catalogo de productos cosméticos que vende y yo una botella de “cazadores”.
Llegamos y nos pusimos a platicar, sobre trabajo, política, tragedias y otras cosas, yo solo me tomé una copita de tequila y con eso me di cuenta que mi organismo no traía animo de recibir alcohol, me tomé una tecate y le seguí con palomitas y cocacola.
Mas tarde llegó otra tía de Dama y entre las tres vaciaron la botella, los maridos al contrario, cada quien solo una copita de Don Julio y allí le paramos. Dama es de carrera larga, así que sus tías ya estaban bien servidas y ella seguía casi normal, un poco diferente pero, no cayéndose de borracha.
Más o menos a las tres íbamos de regreso a casa, para evitarme un semáforo en rojo, entré a una callecita oscura y solitaria y las luces del toyotita iluminaron una misteriosa figura femenina.
Al principio no le di importancia, pero segundos después, cuando le dimos alcance, si me sentí un poco sorprendido, estaba de espaldas a nosotros y caminaba erráticamente, iba toda vestida de negro, zapatos negros, falda y medias negras, blusa negra, algo asi como un chal negro y solo contrastaban un poco sus revueltos cabellos rubios (tal vez pintados). Cuando pasamos a su lado solo pude ver un poco de su rostro debido a la poca luz de esa calle y pude ver que su brazo izquierdo iba sostenido con un cabestrillo.
Seguí mi camino pero en lo que avanzamos solo una cuadra mi cabeza hizo mil conjeturas, Dama se quedó callada y también pensaba tarugadas parecidas a las mías.
Lo primero que pensé es “una aparecida”, esa mujer no está viva, vi su espíritu vagando, y luego otra cosa, “no…es la muerte” no le vimos el rostro, si ella hubiera volteado hacia nosotros y la hubiéramos visto, entonces moriríamos, eso cuentan en chorro de leyendas, cuando no te toca no voltea a verte, y a pesar que nosotros pasamos a su lado, no hizo ni poquito por voltear a vernos.
Luego regresó a mí el pensamiento racional, no es ni una aparecida ni la muerte, es una mujer, tiene fracturado un brazo, va ebria, la calle está demasiado sola y tal vez anda perdida, posiblemente hasta sea una victima de secuestro recién liberada. Esa mujer puede necesitar ayuda.
Hice mil conjeturas en los pocos segundos que el auto avanza una cuadra y luego me detuve. Dama me pidió que no regresáramos, pero, yo no podía quedarme así, Dama iba medio tomada y tenía miedo y me decía, no le veas el rostro, no te regreses, vámonos pronto y cosas por el estilo, pero, yo no iba a cargar en mi conciencia una imagen que me llegó de golpe: Vi a esa mujer forcejeando contra dos tipos, la suben en un auto, la golpean una vez arriba y la llevan a un lugar solitario, o tal vez a casa de uno de ellos, abusan de ella durante horas y finalmente, muerta, la tiran en algún lugar solitario y desértico a las orillas de la ciudad. Al día siguiente aparece en los títulos de los diarios amarillistas donde narran de morbosa manera que una mujer de cabellos rubios ha sido encontrada muerta, semidesnuda, sus ropas negras a unos metros de allí y como seña particular se cuenta que traía un brazo enyesado.
Necesitaba verla, saber que no fuera nada sobrenatural, pensé que podría ser una trampa o el señuelo para un asalto, pero no había señales de otras personas cerca, así que regresé, ella no podía haber avanzado mucho, pero… entonces si me dio un poco de miedo. La mujer ya no estaba.
Me detuve en la esquina donde se supone que ella debería estar y volteé a todos lados, pero no la encontré. Sentí que la piel se me ponía chinita y se me engarrotaban los nervios de la espalda cuando la imaginé sentada en el asiento trasero del auto, pero tampoco estaba allí.
En esa esquina di vuelta a la derecha mientras Dama igual de sorprendida que yo me preguntaba que cosa podría haber ocurrido, y yo trataba de darle respuestas que ni yo mismo creía. No me sentí satisfecho y de nuevo, decidí regresar a la esquina. Entonces la vimos de nuevo, no la habíamos visto porque un pequeño arbusto la había ocultado, pero ahora de regreso si pudimos verla, si iba toda vestida de negro, si iba ebria (o drogada) y con mucho esfuerzo estaba abriendo la reja de la casa que se supone que es donde vive. Pasamos despacio y creo que no se dio cuenta de que nosotros la mirábamos desde el auto, al fin pudo entrar y cerró la reja y nosotros nos fuimos mas tranquilos, después de la aventura casi paranormal, decidimos que en lugar de ir a casa primero había que llegar a “La Choza” al menudo.
Una vez pasado el susto y disfrutando el menudo, surgió la desconfianza
“estaba joven ¿verdad?”, “nomás le viste las piernas, con eso de que te gustan las medias negras”, “ya te imaginabas que yo me iba a dormir y tu te la ibas a llevar ¿verdad?”, “ustedes los hombres no piensan mas que con una de sus cabezas”, “pobre de ti si te llego a ver por esos rumbos”, “además estaba rete flaca”… y la clásica letanía de reclamos por celos.
Lo bueno es que salimos de la duda, no nos pasó nada y de pasada el menudo estaba bien bueno.