Juárez sigue frío, pero afortunadamente conservo el calido recuerdo del viaje de la rondalla a Huatabampo, así que continuamos con la segunda parte (y final).
Era nuestra primer presentación fuera de Delicias y nos aplaudieron mucho y nos sentíamos felices y encantados de que los acordes y las voces llevaran romance a quienes asistieron a vernos.
Recuerdo haber visto chicas llorando mientras cantábamos:
yo también estoy sin ella/ y quiero decirle que/ Por amor vale la pena/vale la pena llorar.
Los organizadores nos llevaron a cenar terminar el evento, Vero se sentó junto a mí y a un lado de ella el guía que nos asignaron, no puedo negar que el tipo ese era simpático, alegre y no feo y que además Vero le había gustado. Como yo era hasta ese entonces el acompañante de Vero pues, nos acoplamos bien los tres y el tipo ese también me cayó bien.
Mas tarde nos llevaron a donde pasaríamos las noches que duraríamos en ese lugar, nos consiguieron cabañas (o mas bien unas casitas) frente al mar, era a unos cuantos kilómetros de Huatabampo, estábamos en una playa llamada “Huatabampito”, solo había casitas junto al mar y un poco retirado de donde estábamos había un restaurante. Una para los hombres de la rondalla, otra para los de danza y una casota grandota también frente al mar para todas las chicas. La cabaña de las chicas quedaba como a un kilómetro de la nuestra pero era fácil llegar aunque fuera de noche, solo había que caminar un rato por la orilla del mar y listo.
Estaba ella frente a la piscina sentada en una silla junto a el, yo no quería hacer mal tercio pero ella me estaba invitando
-Este… ando buscando a José, al ratito vengo…
-José anda con la prietita, fueron a caminar por la playa, vente a platicar con nosotros- insistió ella.
Estuve un rato con ellos, luego me fui a la fogata a cantar y traté convencerme a mi mismo de que no habría romance en ese viaje, estuve muy contento esa noche bohemia junto al mar, una experiencia hermosa: camaradería, luna llena, fogata junto al mar, canciones de amor al acorde de las guitarras, rodeado de buenos amigos y cerveza en mano pero allá a unos metros de mi, Vero recibía un beso en una mejilla.
Pasamos casi todo el día en la playa y hasta el atardecer tendríamos presentaciones de nuevo. Por la tarde llegaron nuestros guías, nos llevaron a los eventos, a conocer el pueblo y a cenar, en la noche hicimos otra lunada y otra vez él estaba junto a ella. A mi ya no me importó, la noche era hermosa y no necesitaba una mujer a mi lado para disfrutar lo que me rodeaba.
El día siguiente nos fuimos otra vez a desayunar aparte los cuatro, jugamos en la playa, nos refrescábamos con cerveza fría, a pesar de ser Octubre hacía bastante calor y aprovechamos el tiempo divinamente, divirtiéndonos como niños todo el día porque al atardecer partiríamos de regreso.
Un poco después de la comida:
-Oye Reno, quiero hablar contigo por favor- Me dijo Vero.
-Dime- Respondí un poco sorprendido, estuvimos gran parte del día juntos y yo no sospechaba de que quería hablar ella.
-Oye, ¿Podemos irnos sentados juntos de regreso? Ya hablé con José y dijo que el encantado.
-Claro, nos vemos en el camión- respondí un poco emocionado y recibí su respuesta aún mas sorprendido.
-Porque no vas, preparas tus cosas y te regresas pronto conmigo, no quiero que venga el guía y quiera tener una despedida romántica, quitamelo de encima ¿si?
- ehhh… – Ya no pude ni decir nada cuando ella siguió.
-Mira cuando regreses, nos vamos a platicar al frente de la casa, me abrazas y haces como si nos hubiéramos hecho novios ¿si?
Creo que debí haber puesto una cara de estúpido y debí abrir los ojos como platos, solo asentí con la cabeza y emocionado me fui a preparar mis cosas inmediatamente, las subí al camión y me regresé lo más pronto que pude al lado de ella.
Cuando el guía regresó y nos vio como pareja a Vero y a mí ya no se acercó mucho, el plan de Vero funcionó, le pidió hablar un momento a solas con ella y se alejaron unos metros, se notaba decepción en la mirada del pobre hombre y se despidieron con un apretón de manos.
Mas tarde nos subimos todos al camión para el viaje de regreso, José iba feliz porque iría todo el camino al lado de la prietita y yo iría un poco confundido pero emocionadísimo al lado de Vero aunque ya no era necesario ser pareja para quitarle a nadie de encima, el sol enfilaba hacia el horizonte lentamente cuando nos acomodamos en nuestros lugares, yo sentado normal y ella prácticamente acostada sobre los asientos que nos correspondían, con la cabeza apoyada en la ventana, su espalda sobre mis piernas y sus piernas un poco encogidas para caber en los dos asientos.
Estábamos tan cansados por tanto sol y tanta playa que nos dormimos un rato, fue realmente poco el tiempo que me dormí pero cuando desperté todos en el camión se encontraban en brazos de Morfeo salvo algunas personas que cuchicheaban pero el cielo nublado hacía que la noche fuera oscura y no se distinguía quienes eran los pocos despiertos.
Vero iba dormida en mis brazos y mis ojos se acostumbraron rápido a la oscuridad y empecé a contemplarla, recordé que en el poquito tiempo que fingimos ser pareja me moría por besar su boca y ahora allí la tenía… dormida, en mis brazos, con su boca a pocos centímetros de la mía, quería besarla pero en ese entonces era muy tímido y temía que ella me rechazara o peor aún, que se enojara y me hiciera un escándalo, me acerqué para sentir su aliento y en esos momentos ella abrió sus ojos, yo me quedé congelado sin saber que hacer y entonces ella acercó su rostro al mío y me besó.
Me arrastró hacia el beso mas apasionado que había tenido yo hasta ese momento, nos besamos deliciosamente y en un camión repleto de gente, nos acariciamos el rostro y algunas partes del cuerpo pero controlando los impulsos pues no queríamos ser descubiertos, no nos cachondeamos por falta de espacio y de privacidad pero estábamos muy excitados y todas las ganas que teníamos el uno del otro nos la comunicamos con solo un beso, un beso que duró hasta el amanecer, no nos dimos muchos besos, fue solo un beso, pero fue un beso que duró mas de ocho horas, toda la noche hasta el amanecer.
Solo algunas personas se dieron cuenta de ese fugaz romance, los que fueron despertando primero, pero todos eran de confianza y nadie comentó nada. Yo sentía los labios hinchados y mucho sueño, nos dormimos un rato juntitos y mas tarde llegamos a Delicias. Yo no estaba seguro de lo que pasaría más delante pero ella me lo aclaró.
-¿Te gustó Reno? – me preguntó ella
-Si me gustó mucho pero, ¿y ahora que sigue entre nosotros?- respondí con total franqueza.
-Mira, lo que sigue es que seremos buenos amigos, me encantó la noche pero no quiero tener una relación con nadie y no quiero que te pongas triste por eso ¿podemos ser amigos?
Y nos hicimos amigos, nunca mas volvimos a besarnos ni a tener un solo párrafo romántico entre nosotros, solamente amigos que platicaban en la cafetería escolar ocasionalmente y nos saludábamos con gusto.