Desde tempranito ya estaba haciendo calor, muchos, muchisimos pajaros tenían la chirinola a todo vuelo en un pino muy cercano y el jolgorio llegaba directito a la cama en la que ya no pude seguir de güebón... me levanté, me di un regaderazo y antes de almorzar ya había caminado 60
pasos de ida y otros 60 pasos de regreso con destino al "expendio" mas cercano.

Allí entre tanta cerveza y hielo se sentía muy fresquesito, hasta gusto da ir a comprar cerveza.

Bueno, el caso es que despues de esos aproximadamente 120 pasos, me senté a la mesa, mi suegra ya había preparado el desayuno y estaba la familia reunida en la mesa donde había un trafico desenfrenado de tortillas, frijoles, café y jugo, la sal, tenedores y ningun oficial que
pusiera un poco de orden a ese desmadre. Que bonito es desayunar en familia! uno puede platicar cualquier pendejada y los demás ni se dan cuenta porque tambien están bien entrados platicando montón de cosas al mismo tiempo, pero como que saben mejor los huevos revueltos con chisme.

Panza llena y este servidor se lanza al patio. Una mecedora debajo de la higuera era el refugio ideal para protegerse de los rayos ultravioleta y estando allí instalado y disfrutando del olor de tierra recién mojada porque mi suegro había regado momentos antes, abrí mi primer "pacifico"
de lata.

Pensé seriamente en tirarla despues del primer trago y mejor abrir la segunda: Dicen que la primera siempre sabe mas amarga!

Cuando me levanté de la mecedora, en la hielerita solo quedaba la mitad del primer "six" y en mi mano todavía había una lata mitad disfrutada.

Salimos al nuevo "telcel" a comprarle un celular a mi suegra porque era su regalo del día de las madres, allí me encontré a la querida maestra Sandra. Obvio que me llevé la hielera y recién saliendo de lo fresquesito de telcel y regresando al calorón de las calles, seguí vaciando latas así que cuando regresamos a casa, el primer "seis" había "marchado".

Apenas entré y mi suegro estaba listo pa irse de pesca, y yo me le pegué. Llegamos por el "hacedor de milagros" que estaba restaurando la carcacha hace unas semanas, luego por el compadre "güero" y por otro amigo de mi suegro, visitando antes, claro está, un expendio para llenarla hielera de coronitas. Bueno, no tan llena, nomas un cartón.

El compadre ya no estaba pistiando, el otro amigo tampoco toma y "el hacedor de milagros" andaba malo de la panza, así que nomas mi suegro y yo tomamos mientras por polvorientos caminos íbamos rumbo a la presa, mirando liebres y la casi nula vegetación del trayecto desde la
cherokita en friega aprovechando que maquinaria pesada tiene parejitas las vías pues están haciendo la carretera Delicias-Satevó.

El ultimo tramo si fué una saltadera, yo no pensé que las llantas pudieran aguantar ese pedacito pues tenían cara de melón negro, pero, pos nos llevaron al destino, cerveza en mano a bajar todas las cosas, desenredar hilos, tomar varias lombrices y buscar un lugar "inspirador"
pa echar el anzuelo. Esto fué un poco dificil, no había ni una sombra donde sentarse uno tranquilo, en fin, debajo del sol pero con cerveza en mano.

Despues de un largo tiempo, voy a donde se había instalado mi suegro.
-"oiga, ¿cuantos lleva?"...

N'ombre!! inches peces no quisieron cumplir con su obligación de morder el anzuelo, a las 8:30 hay vamos de regreso, entre los cinco sacamos solo ocho mojarritas, pero eso sí, entre mi suegro y yo le dimos un buenbajón a la hielera.

Que agusto me lo pasé el sabado, el domingo desperté bien relajado, sin cruda dolorosa, solo con sed, mi suegro llegó con la barbacoay colorín colorado.